23 ago 2010

Que yo no soy, que es él, que yo actué bien y él no.
Ah, no, de acá yo no me muevo.
Que por cuestión de piel, de sexo, religión, tus zapatos no me los pruebo.
¿A quién le vamos a tirar una pared cuando ya no nos quede nadie?
Tal vez un perro fiel, a cambio de comer, soporte hasta lo insoportable.
Temiendo ser peor, temiendo ser mejor, temiendo, al fin, siempre temiendo.
Viviendo en el ayer, aletargando el hoy, sí, Víctor, sí, ¡sobreviviendo!
Juzgando al por mayor, te alejás más y más del juicio que más importa, que es el juicio interior, que es el que hay que afrontar, siendo parte de esta torta.
Le atribuís el groove de un riff ciento por ciento a la paz de la nicotina, hipocondría maternal y paternal, hereditaria vitamina.
Los placeres te acortan la correa, y vos que te pensás un indomable.
¿Qué gracia tiene andar por esta sociedad jactándose de responsable?
Si como un pulpo vas tirando piedras no hay dónde esconder tantas manos.
Es mejor asumir la cobardía de huir a la responsabilidad de vivir.
No importa cuánto me puedas alejar de la realidad, yo siempre vuelvo.
Sicología infernal, picante, dulce y sal, pero despierto y ya no cuelgo.
Pasado el tiempo al fin el espejo devuelve una imagen más familiar.
Hoy eligiendo adusto y alternando, puede haber picante, dulce y sal.
Me bato a duelo con quien diga que voy bien porque hay rachas en esta vida.
Soy grande y qué, señor, no vaya a confundir la soberbia con autoestima.
Que la soberbia mira desde más arriba y no llora penas ajenas.
En cambio, la autoestima se transmite y contagia cualquier persona buena.

1 comentario:

Giulia dijo...

Jajajajajaja nono es que no aparece para que pueda moderar los comentarios, te invito a pasar a mi blog cuando quieras (?) un besote linda graciasssss (tampoco digo "besote" jamas)